La bellesa d’Usas

Veraz con los veraces, grande con los grandes, diosa con los dioses, adorable con los adorables”, se mostraba desde lejos, erguida, “señal luminosa de lo inmortal”, sutil, sobre un carro arrastrado por caballos rosa, cargado de honorarios rituales. Siempre maquillada con los mismos afeites, “como las mujeres que van a una cita”, se bañaba de pie para dejarse ver, blanca, reluciente sobre lo oscuro, zumbaba como una mosca alrededor de los hombres. ¿Por qué? Para despertarlos. Su capacidad para despertar a los hombres: ése era el “gran mérito” de Usas, su inasible revelación, como inasibles eran los dones que recibía: sólo palabras, escandidas en metros. Nunca animales muertos o libaciones. Sólo palabras.”

“Se han ido los mortales que han visto lucir la primera Aurora. Ahora se deja contemplar por nosotros. Después llegarán aquellos que la verán en los tiempos futuros.”

(versión de Edgardo Dobry)

III: Usas, la Aurora

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Roberto Calasso