Número 112 de una avenida nueva

«He venido poniendo mis pies sobre tus pasos
como animal perdido, a zaga de tus huellas
para ver dónde vives, y envidiar las paredes
y así de humildemente numerar con caricias
de torpe enamorado los ladrillos que guardan
tu hermosura invisible. He llegado hasta este
número 112 de una avenida nueva
en un barrio perdido, respirando las horas
de madrugada oscura. Para hacer qué, ¿pulsar
todo el cuadro de timbres, como el adolescente
que no fui, despertar muchedumbres, y sólo
por dejar en tu sueño la señal de mis sueños?
¿O quedarme dormido sobre la dura almohada
del umbral que traspasas a diario, esperando
que el sol naciente sea el que me cure y traiga
el milagro a mis brazos, tu cuerpo bienungido
con este mismo vino que me asedia las sienes?
Quiero entrar en las lágrimas del que se sabe pobre,
porque no altos regalos ni guirnaldas triunfales
ofrezco, sino sólo despojos de despojos
de amor, de puro amor, otra vez humillado,
aunque en el limpio espacio comunique los astros
y me mueva (¿y te mueve?). Tengo miedo a perder
la ebriedad de la noche de los párpados. Quiero
seguir siendo inocente después de que amanezca. »


Esto es mi cuerpo

Juan Antonio González-Iglesias